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GUAYACANES, DE CUBA

LA HUELLA DEL "CHE" EN CAMAGÜEY

 

Las amplias y verdes llanuras de Camagüey están marcadas por la huella que dejó en ellas el Comandante Ernesto “Che” Guevara.

En su estancia en Cuba, consagrado primero a la liberación del país y después a la construcción de la nueva sociedad, quien la historia universal recuerda como el Guerrillero Heroico estuvo en varias ocasiones en ese territorio.

Hasta 1976, cuando se hizo la división político-administrativa que rige desde entonces, Camagüey extendía su jurisdicción desde el río Jobabo, por el este, hasta el Jatibonico, por el oeste, de forma tal que ocupaba a las actuales Camagüey y Ciego de Avila y parte de Las Tunas y de Sancti Spíritus.

La primera vez que pisó tierra camagüeyana el guerrillero internacionalista argentino fue en la noche del siete de septiembre de 1958 al mando de la Columna Invasora Número Ocho Ciro Redondo.

Tenía la misión del Comandante en Jefe Fidel Castro de llegar, desde la Sierra Maestra, lo más pronto posible al lomerío del centro de la isla para extender hacia el occidente la guerra de liberación.

En lo adelante la fuerza rebelde, al igual que la Columna Antonio Maceo, al frente de la cual iba el legendario Comandante Camilo Cienfuegos, vivió momentos de angustia, tanto por los encuentros con lo soldados de la tiranía como por las dificultades para andar, algunas veces sin prácticos conocedores del lugar.

El tránsito por el sur de Camagüey, donde predominaban los grandes latifundios azucareros y arroceros y de pocos asentamientos de campesinos, fue extremadamente tenso por las condiciones pantanosas de la zona sur de la provincia, acentuadas por intensas lluvias y un huracán.

Aunque la Columna demoró varios días más de los previstos para atravesar Camagüey, la tropa insurrecta cruzó el Jatibonico el nueve de octubre y se adentró enseguida en la serranía del Escambray, en el centro de Cuba.

 

DESPUES DE LA LIBERACION, EL FUTURO

 

Luego del triunfo revolucionario de enero de 1959, el “Che” volvió a Camagüey en abril de aquel año. El día 14, en un parque de la ciudad de igual nombre, habló en una grandiosa concentración de reafirmación revolucionaria, acto al que también asistió Fidel.

Allí llamó al pueblo a estar alerta, pues los enemigos de la Revolución se afanaban por crear la desunión con una campaña contra los dirigentes de la lucha clandestina en Camagüey durante la insurrección.

En septiembre regresó y en una de las plazas de la urbe miles de personas, muchas vestidas con el uniforme de miliciano y portando nuevas armas, apoyaron la Primera Declaración de La Habana.

Identificó a los enemigos de Cuba, señaló a los Estados Unidos como el verdadero culpable de la pobreza de las naciones de América del Sur y del Caribe y con su inconmensurable firmeza citó a la dignidad como soporte de lucha aunque entrañe el riesgo de morir.

En octubre de 1961 asistió inesperadamente en la ciudad de Camagüey a un ciclo de conferencias para funcionarios y los Consejos Técnicos del Ministerio de Industrias. En esa ocasión pronuncia palabras que trascienden:

“Hay que elevar el nivel cultural y técnico de toda la clase obrera como otro de los imperativos de este momento en que vivimos. ¡Produzcamos! ¡No repartamos la miseria.”

En 1963 anda de nuevo por Camagüey enfrascado en impulsar la mecanización de la cosecha de la caña y labora durante varios días en el corte con un prototipo de cortadora en zonas de centrales de la parte norte de la amplia provincia de entonces.

Durante esos días inaugura una fábrica de alambre con púas en Nuevitas, ciudad que cuenta con un importante puerto en la bahía de bolsa del mismo nombre, hasta aquella fecha su principal renglón económico junto a la pesca de plataforma.

Allí vislumbra lo que será Nuevitas en el futuro: una urbe industrial como se materializó años después con una termoeléctrica, ampliación y diversificación del puerto, una planta de fertilizantes y otra de cemento, fábricas de alimentos y miles de viviendas para trabajadores.

Aún muchas personas en Camagüey guardan en sus memorias cuando vieron, saludaron, conversaron o trabajaron con el “Che” en el terruño, escenario de uno de sus principales empeños en la industrialización de Cuba.

 

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