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GUAYACANES, DE CUBA

La voz del pueblo cubano en el poder

La voz del pueblo cubano en el poder

Lucilo Tejera Díaz

   Por estos días en toda Cuba se realizan las reuniones vecinales para proponer y aprobar a los candidatos de las elecciones de octubre, en las cuales se escogerán por el voto los delegados a las asambleas municipales de Poder Popular.

   Hay algo que llama mucho la atención y es la creencia, aceptada por lo habitual y la práctica aunque sean equivocadas, de ver a los delegados de circunscripción, que integran las asambleas municipales, como los “resuélvelo todo” en las demarcaciones donde fueron elegidos y actúan.

   De acuerdo con la legislación, estos funcionarios públicos representan en el órgano de gobierno a quienes los seleccionaron, tramitan por esa vía sus preocupaciones, personales o colectivas, y velan porque se solucionen los problemas o al menos se les dé respuesta a los planteamientos.

   Es esta la forma en que el pueblo ejerce su papel de gobierno y lo hace a través de los delegados.

   Pero en no pocas ocasiones se escucha decir: “Este delegado no da la talla porque no resuelve nada, no facilita ni una bolsa de cemento”.

   Frases como estas o parecidas son injustas: el hombre o mujer seleccionado en los comicios por el voto directo y secreto de los vecinos no tiene funciones administrativas.

   Por ejemplo: el administrador de la tienda de víveres de determinado barrio tiene un evidente mal proceder y el delegado recibe una queja de ello por los clientes.

   Su misión es trasmitir tal situación al órgano de gobierno, conocer qué se va a hacer, participar en la discusión y velar porque la decisión, sea cual sea, se cumpla.

   No es ir a la tienda y botar al administrador.

   Para su desempeño político -porque el delegado es eso, un político- se apoya en grupos de trabajo formados por electores a petición suya y para tratar ciertas cuestiones temporales que surgen en la comunidad, y recurren también a las organizaciones de masas que actúan en el lugar.

   El delegado, eso sí, debe ser una persona honesta y patriota por sobre todo, consagrada a su labor para la que fue escogido por sus vecinos y por la cual no recibe absolutamente nada en beneficio personal, y ser, además, un buen trabajador, estudiante o soldado donde cumple su desempeño social.

   Querer que el delegado resuelva materiales para reparar o hacer una vivienda, resolver los problemas del transporte, el arreglo de una calle, y mil cosas más que se le ponen delante, es intentar ponerle sobre sus hombros tareas que no le competen y para las cuales no tienen posibilidades reales ni legales.

   El delegado es la voz del pueblo y que cumpla bien esta función, con valentía, decisión y justeza donde corresponde, resultará su aval verdadero para ejercer, por el supremo derecho popular, la voluntad de quienes lo eligieron.

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