Blogia
GUAYACANES, DE CUBA

El bloqueo yanqui a Cuba, asalto a los principios de la ONU

Por Néstor Núñez Servicio Especial (AIN)

    Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial se hizo evidente para las naciones del orbe la necesidad de establecer una firme entidad global que evitara el peligro de nuevas conflagraciones de orden tan destructivo y brutal.

   Así, el surgimiento de la Organización de Naciones Unidas constituyó un hito en las relaciones internacionales y en el empeño por conformar normativas y principios relativos a los vínculos entre países, como manera de impedir acciones violentas y atentatorias a la paz.

   Parecía entonces que las duras y sangrientas lecciones derivadas de dos guerras mundiales habían cristalizado en el desarrollo de un clima de racionalidad, cooperación y buena voluntad a escala planetaria, solo que tras bambalinas, los hegemonistas de siempre focalizaron a la ONU como un instrumento más para manipular sus intereses e imponerlos al resto de la humanidad.

  Así, la carta fundacional de Naciones Unidas es para algunos segmentos reaccionarios un simple ejercicio retórico que se asume a capricho, o simplemente se deja de lado cuando sus enunciados se hacen evidentemente incómodos.

   Es una actitud de menosprecio y soberbia que se manifiesta, por ejemplo, en el caso del ilegal y férreo bloqueo económico y comercial y financiero impuesto por Washington a Cuba desde hace más de cinco décadas, y que ha recibido por veinte años consecutivos el rechazo de la Asamblea General de la máxima instancia internacional.

   El asunto es que semejante acto hostil es totalmente ajeno a los enunciados claves de la ONU, los cuales establecen claramente que, en sus relaciones internacionales, los Estados se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la independencia política o la integridad territorial de otra nación, así como de asumir otra forma de actuar incompatible con los propósitos de la convivencia pacífica.

   Se trata de, en resumen, procurar que las contradicciones entre países o gobiernos se resuelvan por medios pacíficos como, por ejemplo, “las negociaciones, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje y la vía legal.”

   Sin embargo, si examinamos el bloqueo desde sus orígenes a la fecha, a través de más de medio siglo, se evidencia que su único propósito es socavar los derechos y la voluntad soberana del pueblo cubano a partir de la exacerbación de las penurias, las carencias, el hambre, y las enfermedades, en una secuencia destructiva que no pocos analistas identifican con el delito internacional de genocidio.

   Y es que, en efecto, si aceptamos que el genocidio implica el intento de doblegar a otros a partir del crimen masivo, no caben dudas de que el prolongado cerco a la mayor de las Antillas, al apuntar sin miramientos contra la existencia de todo un conglomerado humano, tipifica perfectamente como una clara, evidente y aborrecible acción genocida, condenada por la Convención internacional para la Prevención y la Sanción de ese delito adoptada universalmente el nueve de diciembre de 1948.  

   Y todavía Washington habla de mero altercado bilateral cuando la comunidad internacional, desde hace dos décadas, establece su clara y contundente repulsa a semejante muestra de irracionalidad, vesania, fanatismo y violencia contra el pueblo cubano.

0 comentarios