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GUAYACANES, DE CUBA

José Martí y Carmen Zayas-Bazán, entre el amor y la Patria

Lucilo Tejera Díaz

   La explicación más fácil y lamentablemente divulgada de las difíciles relaciones entre José Martí y la camagüeyana Carmen Zayas-Bazán Hidalgo, única esposa y madre de su hijo, es que ella no compartió el afán de la vida de él: todo por la independencia de Cuba.
   En parte ese criterio podría ser cierto desde el casamiento el 20 de diciembre de 1877 en Ciudad de México, donde residían por entonces las familias de ambos y después de un conocimiento mutuo de más de un año, hasta que Martí se adentra en cuerpo y alma a la preparación de la guerra anticolonialista de su Patria.
   Pretender dar por sentado como motivo del distanciamiento progresivo entre la pareja las razones de tipo político y de entrega de él a la causa de la independencia de Cuba por encima de todo, son sobre todo injustos con una mujer que renunció por el hombre que amaba a las comodidades de su familia, de rica posición económica.
   Carmen, quien había nacido en  Camagüey el 29 de mayo de 1853, lo amó desde que lo conoció:
   “Es muy cierto que desde que te vi te amé, desde el primer momento sentí nacer en mi corazón la llama inextinguible del primer amor...”
   A partir del mismo compromiso, Carmen estuvo dispuesta a arrostrar las limitaciones y zozobra que le brindaría la vida al lado de Martí, un hombre que aunque joven -de apenas 25 años- acumulaba ya un historial de sacrificio por su nación sojuzgada y que sus ingresos, nunca abundantes, vendrían de la labor docente, de abogado y periodista, principalmente.
   ¿Qué mujer -u hombre- no desea al contraer matrimonio dedicarse a la familia, a los hijos, al hogar? Lo único que el Maestro tenía como empeño una causa mayor: "¿Acaso crees que hay algo más sublime que la Patria?”, como escribió en la obra dramática “Abdala”.
   Para ella Martí compuso estos tiernos y llamativos versos: "Es tan bella mi Carmen, es tan bella/Que si el cielo la atmósfera vacía/Dejase de su luz, dice una estrella/Que en el alma de Carmen la hallaría. "
   El 22 de noviembre de 1878 nació José Francisco, a quien después le escribió “Ismaelillo”, “ese tomito de tiernos versos”, como afirmó en cierta ocasión su amigo Gonzalo de Quesada y Miranda.
   La familia de Carmen no compartía para nada el ideal político de Martí, pero a pesar de los riesgos, ella decidió compartir con él, y fue así que el padre la echó de la casa y le retiró toda ayuda financiera.
   Llegó a padecer junto al hijo del matrimonio, cuando vivía alejada del esposo, estrecheces enormes, que dañaron incluso su salud.
   Aunque el distanciamiento entre ellos era cada vez más claro desde mediados de la década del 80 del siglo XIX, ella nunca echó a un lado el amor por él, ni en los momentos más agrios, de reproches mutuos y duros.
   Un estudioso de la vida y obra martianas, el venezolano Jefferson Martínez-López, escribió con justo criterio:
   “No me parece justo que la historiografía siga considerando a la esposa de Martí como alguien que no se lo merecía. Carmen Zayas-Bazán fue una víctima de circunstancias personales e históricas para las cuales no había sido educada y que la trascendieron por tanto.”
   A continuación señaló:
   “Mientras Martí fue el padre de una nación, ella se consagró a ser la madre de un niño, la esposa de un hombre. Su grandeza no consistió en haber seguido a Martí en sus actividades políticas y su lucha por la independencia de Cuba, sino en continuar amándolo más allá de la muerte, (…) a pesar de no haber podido comprenderlo y de saberse postergada en cuanto el interés primero de Martí.”
   La vida demostró que Carmen entendió el inmenso sacrificio de Martí por la Patria, y si bien ella directamente no tuvo rol protagónico en el independentismo, como por ejemplo las camagüeyanas Amalia Simoni de Agramonte y  Ana Betancourt de Mora, apoyó y gestionó la incorporación de José Francisco, con 18 años de edad, a la guerra libertaria en la que había caído su padre.
   Al morir Martí en combate en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, unas semanas después de empezar la insurrección por la independencia organizada al detalle por él -creador del Partido Revolucionario Cubano-, su esposa reclamó como tal, y en nombre también de su hijo, el cadáver a las autoridades españolas.
   Como un tesoro íntimo conservó y mantuvo vivo el álbum de boda, en el cual numerosos amigos anotaron dedicatorias, hasta después de la muerte del Héroe Nacional, como la del guerrero Máximo Gómez, quien en un arranque de sinceridad expuso:
   “De Carmen su amigo que lo fue también del elegido de su corazón, caído con honor en los campos de batalla, defendiendo de su patria el honor y su bandera.”
   Tal vez haya sido el desaparecido intelectual Cintio Vitier, Premio Nacional de Literatura y estudioso de la vida y obra martianas, quien con certero juicio dijo del amor de Carmen, al referirse al afán de ella por conservar actualizado y pleno el álbum de boda:
   “Su fidelidad al álbum es la fidelidad a un recuerdo, que no es otro que el de Martí.”
   Martí y Carmen (falleció en La Habana el 15 de enero de 1928), tuvieron una relación sin el apasionamiento que pudiera esperarse, pero que trasciende en el tiempo y prendido en la historia como el matrimonio del Apóstol y del que nació un hijo, entre otras alegrías, pretexto para hermosos versos.

 

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