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GUAYACANES, DE CUBA

Las disyuntivas de la zafra azucarera en Camagüey

Las disyuntivas de la zafra azucarera en Camagüey

Por Lucilo Tejera Díaz

Realizar una buena zafra es algo difícil y sujeto a imponderables; el comportamiento de las lluvias, por ejemplo, que pueden dar al traste con el propósito de alcanzar el programa de producción de azúcar en la fecha prevista.

En verdad son muchas las razones de las complicaciones, desde un incorrecto estimado de la caña disponible, sobre la cual se asienta la planificación de la molienda, hasta fallas e insuficiencias en el aseguramiento de piezas de repuesto de medios de cosecha y de tiro para los ingenios.

La zafra se proyecta con lo que se tiene. Quiere decir:  con equis cantidad de máquinas cortadoras, tractores, carretas, camiones, y a todos se les estipula un rendimiento determinado. Hacerlo por encima de las posibilidades es comprometer desde su inicio el fin exitoso de la campaña. Todo ello busca asegurar la materia prima suficiente para la molida de los centrales.

El balance de corte y tiro se prevé para cubrir la norma operacional de las industrias, la cual es inferior a la capacidad potencial fabril, y se deja el 30 por ciento por supuesta paralización de los molinos.

Motivos: falta de caña a los basculadores por razones de incumplimiento, generalmente, del corte de caña por contratiempos con los equipos o insuficiente rendimiento: lluvias que no permiten trabajar en los campos e imprevistos en los ingenios, como roturas o interrupciones por mala operación, entre otros.

Camagüey previó terminar la campaña 2012-2013 a mediados de abril, y cuatro centrales vencieron sus respectivos planes, algunos en fecha y otros  días después.

Pero en la planificación de la campaña se incluyó un quinto ingenio, el Brasil, sometido a inversiones y reparaciones muy complejas y de envergadura desde el pasado año. Se suponía que esta industria podría hacer una molida a modo de prueba durante pocas semanas y producir cierta cantidad de azúcar.

Esto no ocurrió así, a pesar de que conocedores de este tipo de trabajo siempre señalaron la imposibilidad de concluir a tiempo las complicadas tareas de construir un central, prácticamente nuevo, en tan poco tiempo y con limitaciones en su financiamiento, como se demostró después.

El caso es que en Camagüey, con un desempeño bastante estable hasta mediados de abril, las lluvias empezaron a dificultar la cosecha.

Si al terminar marzo la molida promediaba un aceptable 73 por ciento de la norma potencial entre los cuatro ingenios activos, en abril este importante medidor cayó al 67, con disminución, a la vez, del contenido de sacarosa en la caña.

Pero era preciso hacer lo que se previó para el Brasil, aunque los otros centrales ya habían sobrecumplido sus respectivos planes.

La economía del país merecía ese esfuerzo y en buena medida se hizo, aunque Camagüey no llegara a la cifra de azúcar prevista.

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