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GUAYACANES, DE CUBA

No solo el cambio climático puede acabar con el mundo

Por Lucilo Tejera Díaz

   En los últimos tiempos, y con sobrada razón, personas e instituciones conocedores y estudiosos del tema, aseguran que el mundo se deteriora por los efectos cada vez más palpables del cambio climático.

   Orificio en la capa de ozono, calentamiento global, creciente contaminación ambiental, descongelamiento de los casquetes polares, aumento del nivel del mar, eventos meteorológicos de inusitada fuerza y frecuencia, lluvias torrenciales y duraderas, sequías extremas.

   Pero no son los únicos fenómenos dañinos en la vida en el planeta, y todos provocados por el hombre con su actuar irresponsable y negligente, algunas veces por desconocimiento y otros, los decisivos, por el afán de riqueza y poder.

   Existen más hechos preocupantes para la comunidad internacional, y a pesar de reiterados llamados, de programas de organizaciones mundiales, como las propias Naciones Unidas, puestos en marcha desde hace varios años, la situación tiende, puede afirmarse, casi irremediablemente a agravarse.

   Partamos de esta impresionante y bochornosa expresión, dicha a inicios de año por el político japonés Taro Asó, quien fuera primer ministro y ahora titular de Finanzas:

   “(…) que las personas mayores deben darse prisa a morir para aliviar los gastos del Estado en su atención médica”.

   Con pensamientos semejantes se mueve el mundo de los ricos, aunque no se manifieste siempre públicamente, pero saber que mil 300 millones de toneladas de alimentos, la tercera parte lo producido anualmente, se echan a la basura, es algo conmovedor cuando cerca de 900 millones de seres humanos están desnutridos o hambrientos.

   A propósito de ello, el Papa Francisco escribió en la red social Twitter: “El consumismo nos impulsa a desechar. Pero la comida que se tira a la basura es el alimento que se roba al pobre, al que pasa hambre”.

   Estas declaraciones del Papa fueron a tenor de la publicación de un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el cual se explica que más de la mitad de la comida desperdiciada en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia se desecha en la etapa de consumo.

   Esa propia dependencia de la ONU dio a conocer hace pocos días: “En el mundo hay dos mil millones de personas con padecimientos de una o más deficiencias de micronutrientes”.

   Sin embargo, indicó, esa cifra es tan solo una parte de los miles de millones de seres humanos cuya salud, bienestar y vida se ven malogradas por la malnutrición.

   Recientemente Cuba afirmó en la FAO que hacer frente a la inseguridad alimentaria requiere, además de voluntad política, un enfoque sistémico y multisectorial, el cual conlleve cambios en los sistemas alimentarios, de salud y educación mundiales.

   País limitado en su desarrollo y comercio por el bloqueo estadounidense, Cuba es una de las naciones ejemplares por haber logrado exitosamente la seguridad alimentaria para su población y por movilizar el apoyo a otros países de la región, siempre con el fin de erradicar el hambre en la región, declaró a la prensa Theodor Friedrich, representante de la FAO en La Habana.

   Esta es una de las razones por las cual la FAO reconoció a Cuba entre otros países por cumplir las dos principales Metas del Milenio, fijados en torno a la reducción de los índices de pobreza y desnutrición.

   Pero no es la realidad que prima en el mundo y su futuro, más cuando la distribución de las riquezas se concentra cada vez más en pocas manos.

   Un investigador del Banco Mundial aseveró que el ocho por ciento de las personas con los mayores fondos en el planeta obtiene la mitad de todos los ingresos del orbe.

   El uno por ciento más rico tiene en propiedad cerca del 50 por ciento de todos los activos personales, y este grupo lo lidera Estados Unidos y detrás se ubican Inglaterra, Japón, Alemania y Francia.

   Con semejante distribución de la riqueza, sin interés alguno de los “dueños del mundo” para resolver el hambre que padecen millones de seres, sin esperanza de mejorar su situación, y encima de esto los efectos cada vez más graves del cambio climático forzado, ¿a dónde va a parar el planeta? ¿Acaso morirán solo los desnutridos y los hambrientos?

   Y los que botan la comida, ¿sobrevivirán al desastre?

   En la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996, el líder histórico de la Revolución Cubana Fidel castro, expresó: “Las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre cada día, doblarán mañana por la humanidad entera si no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma.”

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